Entrevistamos a Juanjo Basterra (Laudio-Araba 1963) periodista y
colaborador habitual de Sare Antifaxista. Durante años trabajó para la
sección de Economía de los diarios EGIN y GARA, -en este último hasta
mediados de 2020 que fue despedido-, por lo que conoce bien el mundo
laboral y al movimiento obrero de Euskal Herria. A parte de las
entrevistas y reportajes fotográficos que realiza para Sare Antifaxista,
desde sus redes sociales y su blog (jotabepress.news.blog) viene
mostrando especial atención a las condiciones de vida de la clase
trabajadora vasca. En este sentido lleva años denunciando la situación
de los currelas afectados por la exposición al amianto y la falta de
seguridad y salud en los puestos de trabajo ante la inacción de los
empresarios y los gobiernos que se lo permiten, lo que lleva a muchas
muertes de trabajadores y trabajadoras. Sobre ello trata esta entrevista.
/ TXABI BRANKA / INFO ANTIFA (Euskal Herria)

Para situarnos un poco ¿Que es el amianto?

El amianto (o asbesto) es un mineral que es aislante térmico, eléctrico y
acústico. Tiene resistencia al fuego, resistencia mecánica y resistencia
química al ataque de ácidos y es flexible, aunque no es biodegradable. Si a
esto le sumamos su precio relativamente bajo, tenemos el cóctel perfecto
para que muchas industrias, que se utilizó mucho, algunas siguen teniendo
en sus instalaciones.

En el sector de la construcción la aplicación más conocida y extendida del
amianto es el fibrocemento, empleado en la elaboración de placas onduladas
para tejados (uralita), persianas, tuberías y canalizaciones de agua,
depósitos de almacenamiento de agua, tejas para techos, elementos de
jardinería y decoración (como maceteros).
El amianto vinilo, otro material con amianto, se utiliza en pavimentos,
masillas sellantes y semejantes (adhesivos de pavimentos de vinilo, de
baldosas y azulejos, etc.). Algunos ejemplos más de uso del amianto son en
pinturas y barnices para revestimientos, como materiales de fricción en
frenos y embragues de vehículos y maquinarias, en procesos de filtración y
electrolíticos donde se requiere resistencia al ataque químico, en
revestimientos de hornos y calderas, en instrumentos de laboratorio, incluso
en la fabricación de papel y en los polvos talco para niños y niñas de una
conocida marca.
Pero el amianto presenta un grave problema para la salud: las fibras de
amianto pueden liberarse en forma de fibras microscópicas, que se
expanden por el aire y, por inhalación, se introducen en los pulmones
pudiendo originar diversas enfermedades (asbestosis, placas pleurales,
mesotelioma, etc.) que suelen tardar varios años en manifestarse. Hay casos
que han estallado entre 10, 20, 40 años, incluso 50 años después de haberestado en contacto, una larga latencia que convierte al amianto en un
asesino silencioso. Es muy peligroso. Es cancerígeno.
De hecho, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC),
miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconoce el amianto
en todas sus variedades como un carcinógeno del grupo 1 (‘Cancerígeno
para humanos’) al haber suficiente evidencia de que la exposición a fibras de
amianto puede provocar, como mínimo, las siguientes enfermedades:
Asbestosis o fibrosis pulmonar , mesotelioma, enfermedades pleurales
benignas, cáncer de pulmón, cáncer de laringe, cáncer ovario. Además, la
IARC ha observado asociaciones positivas entre la exposición a fibras de
amianto y el cáncer de faringe, cáncer colorrectal y cáncer de estómago.

Hoy todavía muchas empresas que son llevadas a los tribunales por la
muerte o enfermedad que sufren algunos de sus trabajadores aluden a que
no se conocían los efectos malignos del amianto para intentar esquivar su
responsabilidad y la falta de medidas de protección frente al cancerígeno.
Pero la realidad no es esa. Se conocía su peligro desde finales del siglo XIX,
pero siempre se han utilizado excusas, entre ellas el fumar mucho, para
eludir el grave problema. En eso algunos jueces siguen colaborando, pese a
que un cáncer por amianto se distingue del que puede provocar el tabaco.

¿Desde cuándo se sabe de sus propiedades malignas?
En 1906 fue cuando se descubrió que el amianto es cancerígeno, por el
doctor Montague Murray, quién redactó el primer documento que demuestra
una relación entre el amianto y las enfermedades que generaba en Gran
Bretaña, pero no fue hasta 1924 que con la muerte de Nellie Kershaw
cuando las alarmas saltaron, considerándose la primera trabajadora con
asbestosis por exposición en su puesto de trabajo. Ella no fue la primera,
pero sí la primera «declarada oficialmente», por lo que en 1931 se comienza
a regular la legislación en Inglaterra. Antes, en el siglo XIX se sospechaba,
aunque no había una evidencia definitiva.

En el Estado español, el origen del amianto comienza en 1907 con una
empresa llamada Roviralta, nacida en Cerdanyola (Barcelona), la cual se
transformó en 1920 en la empresa Uralita (después Coemac) donde
participaba la Banca March. En los años 50, Eternit, compra parte de las
acciones de la empresa, siendo esta una de las que formaban parte del
oligopolio de la exportación de amianto en el mundo. Su mayor apogeo fue
entre los años 1965 a 1995, donde más del 50% del asbesto fue exportado
por Uralita. Solamente en el Estado español, se han vendido más de 2,7
millones de toneladas desde el 1900 al 2000. Y se calcula que todavía
existen unos 3 millones de toneladas de amianto instalados en empresas,
viviendas, tuberías…

Es claro que se conocía su efecto negativo para la salud. De hecho, hay otro
ejemplo indirecto de la extensión del uso de las placas de fibrocemento en
las cubiertas de edificios que demuestra sus efectos malignos. En 1935 se
prohibe su uso para edificios escolares, según orden de la Oficina Técnica de
Construcción de Escuelas. En ella se cuestionaba la durabilidad del
fibrocemento y se rechazaba por ineficaz el sistema de instalación a raíz de
los problemas detectados en una escuela rural de Huesca. La reclamación
de la compañía Uralita frenó en seco la aplicación de la orden que fue
derogada en octubre de 1935.

Sobre 1955, se realiza un estudio epidemiológico longitudinal detallado sobre
113 trabajadores del sector textil-asbesto, seguidos durante 20 años en
Reino Unido para ver el desarrollo que puede generar el amianto sobre estos
individuos. En 1965 se publica ya la relación oficial entre el asbesto y la
asbestosis llamada: ‘Meshothelima of pleura and peritoneum following
exposure to asbestos in the London área’.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX con el descubrimiento de
importantes yacimientos en Canadá y África del Sur, la utilización del amianto
se desarrolla progresivamente. Hay una historia detrás. Nosotros conocemos
ese mineral cancerígeno por amianto, pero en inglés es ‘asbestos’.

Precisamente, en Quebec hubo un pueblo que se llamó así, pero desde 2018
se eliminó ese nombre por estar asociado al drama y a la mortalidad. Surgió
a raíz de la explotación de la mina Jeffrey a finales XIX del mineral
cancerígeno que ha dejado miles de muertos en esa zona por la explotación
y producción de amianto.

Porque el amianto en el subsuelo se descubrió por primera vez en Quebec
en la década de 1.870. La primera minería a escala industrial comenzó en lo
que ahora es Thetford Hill, y la ciudad se convirtió en el centro de una de las
regiones productoras de amianto más grandes del planeta. Un par de años
después, la mina Jeffrey se abrió a menos de 50 millas al sur de las colinas
de Thetford. La ciudad, que se desarrolló alrededor de la mina Jeffrey, se
nombró a sí misma Asbestos por la “fibra milagrosa”, que ha sido, en
realidad, una trampa mortal no solo para los trabajadores, sino la población
mundial. Pronto, la mina Jeffrey se convirtió en la mina de asbesto más
grande del mundo, proporcionando la mitad del suministro mundial de
amianto. A medida que el siglo XIX avanzaba y se aproximaba el XX, se
abrió un número creciente de minas de amianto en Terranova, Columbia
Británica, Quebec y el Yukón, lo que supuso que Canadá se convirtiese en el
mayor exportador mundial de amianto en la década de 1.970. Hoy en día,
hay un enorme agujero en el suelo en Asbestos, de más de 2 kilómetros de
ancho y casi tan grande como la ciudad que lo circunda.

¿Desde cuándo hay constancia del uso de este mineral en la
producción capitalista de Euskal Herria? ¿Y en otras latitudes como el
Estado español, Estado francés o la Unión Europea?

La utilización del amianto y la comercialización está extendida por todo el
mundo. Antes comentaba lo de Canadá, pero los principales productores
actuales son Rusia, China, Kazakhstan y Brasil. Canadá lo prohibió y
Estados Unidos tiene prohibiciones parciales, pero sigue importando ese
mineral cancerígeno. Los últimos datos indican una producción anual en
torno a 1,2 millones de toneladas, pero en las décadas anteriores
sobrepasan los 2 millones de toneladas.

Yendo a la pregunta que me haces, los empresarios conocían las
propiedades de este mineral resistente al calor. Lo utilizaron allí donde tenían
algo que aislar. En el Estado español no existió explotación industrial de ese
mineral. Se importó. Sí es cierto que varias empresas lo utilizaron y
comercializaron. No hay diferencias entre países o estados, los empresarios
buscan la máxima rentabilidad. Lo que se “olvidaron” de mostrar es que
afectaba a la salud de los trabajadores y el problema de fondo es ese: que
sabiendo que era maligno para los y las trabajadoras no se pusieron las
medidas adecuadas para garantizar la salud y la prevención de quienes lo
manipularon. Porque provoca cáncer, y en algunos casos como el
mesotelioma acaba con la vida en pocos meses en la gran mayoría de
casos. Pero ya sabemos que a los empresarios no les importa la salud de los
trabajadores.

El uso masivo del amianto se debió a la avaricia empresarial, pero eso es
intrínseco al capitalismo, al neoliberalismo, en definitiva al negocio para
obtener más beneficios. Ellos amasan grandes fortunas, mientras los y las
trabajadoras, además de cobrar poco, enferman y mueren. Y lo que es peor:
quienes les deben obligar a que cumplan las normas de seguridad y salud,
miran a otro lado, aunque hacen muchas campañas publicitarias para
hacernos creer que cumplen con su función, pero no. Es mentira.

En el Estado español se calcula que fueron 800 las empresas importadoras
directas de amianto y en Hego Euskal Herria suman unas 80, un 10% del
total desde 1947 a 1985. Por ejemplo, por destacar algunas Acerías Azcoitia,
Aforasa, Alconza, Altos Hornos (AHV), Araya, Arrasate, Astilleros Españoles,
Basagoitia, Bombas Itur, Buruaga SA, Fundiciones Echevarría, Compañía
Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), Comercial Boitz, Comercial y Distribución
Navarra, Fibrocementos Aurrera, Fibrocementos Vascos, Firestone Hispania
(Bridgestone), Garate, Anaitua y Cía, General Eléctrica Española, Henkel
Ibérica, Heraclio Fournier, Hijos J. Garay, Industrias Químicas del Urumea,
Iriondo SA, Papelera Española, Laminaciones Lesaka, Magefesa, Aranzabal,
Montero, Orona, Papelera Navarra, Papelera Leiza, Patricio Echevarría,

Potasas de Navarra, Michelin, Sefanitro, Sidernaval, Tubacex, Tubos
Nervión, Vicrila, Villosa (Guardian Llodio), Vidrala y Xey, entre otras.
Se calcula que el volumen total de amianto importado en el Estado español
llegó a unos 2.700.000 toneladas durante el siglo XX, aunque es a partir de
los años sesenta cuando la actividad importadora fue mayor.

¿En qué sectores productivos se ha venido usando desde entonces?

No sé si se salva algún sector. Se utilizó en más de 3.000 productos debido a
sus propiedades aislantes y resistencia al fuego, incluyendo materiales de
construcción (tejas, cemento, falsos techos, pinturas), electrodomésticos
(tostadoras, planchas, hornos, cafeteras), aislamientos (en barcos, tuberías,
motores), hornos de fundición, de cerámica, en textiles (ropas de protección,
cuerdas), papel y otros artículos como juntas, válvulas y baldosas, entre
otros. También se introdujo amianto en polvos talco de una marca conocida
como Johnson&Johnson.

¿De cuándo datan los primeros estudios de su afección en la salud
de l@s trabajador@s?

Aunque pueda sorprender, como ya he comentado al comienzo de la
entrevista, a finales del siglo XIX ya hubo las primeras evidencias y en 1906
fue cuando se descubrió que el amianto es cancerígeno por el doctor
Montague Murray, quién redactó el primer documento que demuestra una
relación entre el amianto y las enfermedades que se generaron en Gran
Bretaña, pero no fue hasta el 1924 que, con la muerte de la trabajadora
Nellie Kershaw, las alarmas saltaron.

En el Estado español podemos ver diferentes actuaciones de profesionales
médicos directamente interesados en el ámbito de las neumoconiosis
(enfermedades crónicas producidas por la infiltración en el aparato
respiratorio del polvo de diversas sustancias minerales), como quienes
fueron considerados los pioneros en este campo Silvano Izquierdo Laguna y
Eusebio García Sanz, del Dispensario Antituberculoso «Ledo Arteche» de
Bilbao, que desde 1940 venían desarrollando una investigación sistemática
sobre la incidencia de silicosis en la cuenca minera de Bizkaia. Al igual que
otros estudiosos de la silicosis de los años treinta y cuarenta, Izquierdo y
García Sanz incorporaron al polvo de amianto como patógeno.

Desarrollaron un estudio que se prolongó hasta 1944, examinando en total a
5.030 trabajadores, mayoritariamente mineros del hierro. Los
reconocimientos se extendieron a otras industrias de riesgo, incluida la del
amianto. Incluyó a 211 obreros de la empresa Sociedad Ibérica de Gomas y
Amiantos de Sondika, dedicada a la producción de derivados del caucho.

Sólo un reducido número de operarios desarrollaba tareas expuestas como
el trenzado de fibra de amianto, de ahí la escasa detección de enfermedad
de amianto. Solo uno.

También se puede hablar de la reglamentación nacional del trabajo en
industrias derivadas del cemento de 1946, en la que se contemplaban
edades mínimas de acceso a ciertas tareas de riesgo (16 y 18 años para los
trabajos de moldeado de fibrocemento para «pinches» y «principiantas»,
respectivamente) y medidas preventivas contra el polvo de amianto en el
sector del fibrocemento. Éstas incluían el establecimiento de sistemas de
aspiración en los locales donde se desprendieran polvos nocivos «muy
especialmente, si son de amianto o de materias colorantes tóxicas» y la
provisión de caretas a los obreros expuestos.

Una década más tarde, en 1957, un decreto reguló las actividades laborales
insalubres prohibidas a mujeres y menores y extendió la prohibición del
ingreso de hombres y mujeres menores de 18 y 21 años, respectivamente,
en la industria textil del amianto y en la «extracción, trabajo y molienda del
amianto». Sobre 1955, se realiza un estudio epidemiológico a 113
trabajadores del sector textil-asbesto, que fueron analizados y seguidos
durante 20 años para ver el desarrollo que tendría el amianto sobre estos
individuos.

¿Que organismos, instituciones u organizaciones obreras son las
primeras en alertar sobre el peligro del amianto?

Como he explicado antes, los médicos que investigaron este mineral
cancerígeno. Desde la propia Administración se conoció sus efectos
malignos y, aunque en un principio llamaban a la protección frente al
amianto, después no hacían nada, dejando las manos libres a los
empresarios, que no estaban ni están por la labor de garantizar la salud y la
prevención en cada puestos de trabajo.
Están para mejorar sus negocios, sus beneficios, lo demás les importa muy
poco como vemos año tras año con las muertes en accidentes de trabajo y
por las enfermedades profesionales. Solo un dato por cada muerte en
accidente de trabajo hay 15 muertes más por enfermedades profesionales,
sobretodo cáncer, entre ellas el amianto, claro.

Pero contestando a tu pregunta, creo que en el Estado español básicamente
fue CCOO quien comenzó a exigir la salud laboral frente al cancerígeno,
pero no antes de 1977. En este sentido, hay que mencionar la labor de
denuncia de Ángel Cárcoba, que fue responsable de Salud Laboral de
CCOO en el Estado español y a Jesús Uzkudun, de CCOO de Euskadi, que
continúa en esta labor de apoyo a las personas afectadas desde la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie), que se creó con
el cambio de siglo. No son los únicos que llamaron la atención sobre este
tema tan grave, es cierto, hay algunos más, pero no muchos. Ambos tuvieron
y tienen un protagonismo esencial en la lucha contra el asesino silencioso
que es el amianto. En la actualidad también podemos destacar la labor de la
fundación BideLagun de ELA, que también actúa específicamente en este
tema del amianto, además de otros riesgos que afectan a la clase
trabajadora.

Hay muchos catedráticos y médicos que han investigado, que han ofrecido
datos sobre los efectos mortales del amianto. Destaco al catedrático de
Historia de la Ciencia Alfredo Menéndez Navarro con el que solía hablar e
intercambiar impresiones. En un trabajo breve, “la literatura médica española
sobre los riesgos del amianto durante el franquismo” cita precisamente al
doctor Luís López-Areal del Amo, que en 1946 contribuyó a la fundación del
Centro de Investigaciones Médico-Sociales en la capital vizcaína y trabajó en
el hospital de Santa María, una asociación creada por facultativos de los
servicios de asistencia del Patronato Nacional Antituberculoso y dedicada a
promover la realización de reconocimientos médicos y radiológicos
sistemáticos a diversos colectivos sociales. López-Areal diagnosticó un caso
grave de asbestosis en un trabajador empleado desde 1945 en una fábrica
de fibrocemento de Bilbao y apoyó su solicitud de calificación de enfermedad
profesional por «neumoconiosis del asbesto y sílice» en 1954 y en 1958,
siendo ambas denegadas por los tribunales calificadores provincial y central,
respectivamente. El paciente falleció en 1960 tras ser intervenido de un
epitelioma faríngeo.

¿El asunto empezó a suponer un problema social durante la
dictadura franquista?

No. En esa época nada de nada, incluso diría que ni en estos momentos,
aunque hoy el tema está candente con el Fondo de Compensación para las
Víctimas del Amianto. En la dictadura no fue un problema social, supongo
que habría otras preocupaciones más directas en relación a jornada laboral,
salarios y condiciones de vida.

En la actualidad sí que la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi
(Asviamie) tiene un papel protagonista. Acuden a los juicios, informar y
asesoran a las personas afectadas. En el Estado español hay varias
asociaciones, que han tenido un papel protagonista para conseguir que se
haya establecido un Fondo de Compensación de Víctimas del Amianto y su
posterior reglamento, que regula las indemnizaciones, que, sin embargo, no
ofrece unas condiciones dignas a los afectados y a sus familiares.

¿Como reaccionó el régimen fascista? y ¿el movimiento obrero?

Lo cierto, como ya he comentado, en el régimen fascista había normas, pero
los empresarios gozaban de inmunidad. No ponían los medios adecuados
para garantizar la salud de los trabajadores. La cruda realidad y la represión
que recaían en los trabajadores impedía al movimiento obrero hacer fuerza
en este tema. Además como ya he comentado la elevada latencia del
amianto, entre 20 y 40 años, hacía y hace que ese riesgo pasase
desapercibido. Las preocupaciones estaban en otros temas, me imagino.
De hecho, hoy todavía la mayoría de las muertes que se producen por
mesoteliomas son entre hombres y mujeres de más de 65 años.

¿Como evolucionó el asunto en la llamada Transición y en los
primeros años tras la muerte del dictador y la restauración de la
monarquía parlamentaria?

Como he ido explicando, en la dictadura a penas se hizo nada, aunque había
reglamentos y normativa para aparentar asegurar la salud de los
trabajadores. Pero en la llamada Transición el amianto seguía teniendo plena
vigencia y a los trabajadores no se les protegía su salud. Las empresas
continuaron como con el franquismo, a ganar dinero y a no importarles la
vida de los trabajadores.

El Estado español es de los últimos de Europa, por no decir el último, que
prohibió este mineral asesino. Por poner unos ejemplos de Europa en Suecia
se prohibió en 1982; en Noruega, en 1984; en Dinamarca, 1986; en Países
Bajos, 1993; en Finlandia: 1993; en Italia, 1992; en Alemania,1993; en
Francia, 1997; en Bélgica, 1998; en Gran Bretaña, 1999 y en Estado
español, 2002. Y la Unión Europea en 2005 adoptó la resolución de
prohibición total en todos los Estados miembros. Como se ve la diferencia
entre países es elevada y el Estado español a la cola en adoptar medidas
contra el mineral cancerígeno.

Durante el mandato de Felipe González, ¿que papel tuvo en este
problema social como este un partido que se dice socialista y obrero
como el PSOE?

Por desgracia, ninguno. No se puso freno al amianto. Lo único que se hizo
fue que en 1995 se realizó la primera inserción de la asbestosis en el cuadro
de enfermedades profesionales. Un pasito, que no sirvió para que cientos de
trabajadores y compañeras de éstos perdieran la vida por haber inhalado de
forma directa o indirecta o indirecta el mineral cancerígeno. Porque no fue
hasta el 2001 cuando se prohibió. Se dio seis meses para dar tiempo a las
empresas a ajustar sus procesos productivos, es decir el decreto entró en
vigor en junio de 2002. Pero qué íbamos a esperar de Felipe González nos
engañó con el referéndum de la OTAN, llevó adelante la reconversión

industrial desertizando comarcas industriales y, entre otras actuaciones
durante su mandato, el GAL irrumpió, lo que se denominó la ‘guerra sucia’.

Y ¿Posteriormente el PP?

Tampoco nada positivo. Quienes nos han gobernado y nos gobiernan están
del lado de los empresarios, que su avaricia lleva a la tumba a miles de
trabajadores. Cuando se prohibió el amianto gobernaba José María Aznar.
La presión de las víctimas, algunas asociaciones y sindicatos, junto a que en
la UE estaba ya siendo prohibido en prácticamente todos los estados, llevó a
dar ese paso. Tardío, sí, luego el Gobierno de Mariano Rajoy (PP) puso
trabas en la tramitación del Fondo de Compensación de Víctimas del
Amianto.

Volviendo a Euskal Herria, ¿Que incidencia tiene la problemática del
amianto actualmente en Euskal Herria? ¿Se sigue usando el mineral?
¿Tienes datos de fallecidos, enfermos….? ¿Y en el Estado español?

En Hego Euskal Herria el amianto tiene una incidencia muy elevada, sin
duda. Hoy en día sigue manteniendo los casos más altos de cáncer laboral
en el Estado español según las estadísticas de enfermedades profesionales,
pero es cierto que esas estadísticas a penas contabilizan muertes.
Simplemente, las ocultan.

El INE acaba de publicar las muertes por mesotelioma. En 2024, último dato,
en el Estado español murieron 459 personas sólo por este tipo de amianto y
22 años después de ser prohibido. Los expertos médicos calculan que por
cada muerte por mesotelioma existen entre 10 y 15 más por el resto de
patologías derivadas del mineral cancerígeno. Es decir, entre 4.590 y 6.885
muertes. Suelo utilizar la media (por 12,5 veces), con lo cual el año pasado
habrían muerto por amianto en el entorno de 5.737, que son víctimas
silenciadas. Si cogemos los datos estadísticos existentes del INE y la IARC,
desde 1977 por mesotelioma murieron en el Estado español un total de
11.171 personas, es decir 139.637 personas (o 167.565 si se multiplica por
15) por haber estado en contacto con el amianto de forma directa o indirecta.
Muchas muertes, sin duda, para enriquecer a unos pocos.

Los datos para Hego Euskal Herria también son estremecedores. En 2024
las muertes por mesotelioma sumaron 54 fallecidos, lo que representa una
horquilla de entre 540 y 810 muertes. Si utilizamos la media nos lleva a 675
muertes por amianto en un año. En 2025, Asviamie tiene contabilizadas 24
muertes por amianto. No son toda, sin duda. Muertes que se producen
porque a los trabajadores no se les dieron las medidas de protección y
seguridad adecuadas, ni tampoco se les advirtió del peligro del amianto.

Muchos de ellos utilizaban sus navajas para cortar planchas de amianto y
después cortar el bocadillo.

Desde 1999 a 2024 con datos del INE han fallecido 1.141 personas por
mesotelioma. Hay que añadir otros 158 más que la IARC contabiliza en
Bizkaia entre 1986 y 1998, con lo cual sumarían 1.299 muertes por
mesotelioma. Es decir, en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa por amianto
habrían muerto entre 12.990 y 19.485 personas, la media serían 16.236
muertes por falta de medidas de seguridad ante el mineral cancerígeno.
En el mundo, al año mueren más de 200.000 personas por culpa del
amianto. La IARC calcula que solo las muertes por mesotelioma en el Estado
español hasta 2045 aumentarán un 55% hasta las 700 víctimas anuales; en
Europa, un 41,6% más, por encima 17.000 muertes por mesotelioma; y en el
mundo, un 87,7% más hasta las casi 48.000 muertes.

En teoría el amianto en la actualidad no se utiliza. Está prohibido. Sin
embargo, muchos de esos millones de toneladas de amianto siguen entre
nosotros, con lo cual el peligro permanece. En teoría para este 2028 se
tendría que disponer de un censo del amianto en todas las localidades y se
supone que iniciar el desamiantado, pero eso queda por ver. Además en
algunas empresas todavía existe amianto. Sin ir más lejos, a comienzos de
este año en la empresa de Tubos Reunidos de Amurrio se detectó su
existencia, pese a que la dirección de la planta había insistido que se había
retirado. Seguro que hay en otras plantas industriales.

¿Cuál es el papel de las instituciones de la CAV y Nafarroa en este
asunto?

Los parlamentos autonómicos han impulsado actuaciones a favor de una
actuación directa para hacer frente al amianto, tanto al instalado como para
mejorar la vida de quienes están afectados por alguna patología o la de sus
familiares ante tanta muerte de afectados.

El Fondo de Compensación de las Víctimas del Amianto comenzó a gestarse
en el Parlamento de Gasteiz en mayo de 2012 en una ponencia por la que
pasaron, entre otros destacados conocedores de los efectos malignos del
amianto Angel Cárcoba. La reivindicación para la creación de un fondo de
compensación a víctimas del amianto parte de Asviamie, acogida por el resto
de asociaciones del Estado.

Esa iniciativa legislativa se aprobó en el Parlamento vasco en 2017 para
pedir al Congreso de los Diputados la creación de un fondo de
compensación. Tras varios obstáculos del Gobierno de Mariano Rajoy,
cierres legislativos por adelantos electorales, culminó con la Ley 21/2022, de
19 de octubre creando el fondo estatal. 

Sin embargo, tardó otros tres años en promulgarse un reglamento a través
de un Real Decreto para que las personas afectadas por amianto o sus
familiares puedan cobrar las indemnizaciones previstas, sobre todo para
quienes no tienen empresa porque se cerró o desapareció. Se aprobó en
junio de este año 2025 y desde septiembre ya se pueden reclamar ayudas
por el daño del amianto.

Las compensaciones económicas son bajas, alejadas de las que se obtienen
en los tribunales, y el papeleo que hay que hacer es complicado. En este
momento ante la falta de presupuesto, solo pueden pedir ayuda quienes
están vivos, debido a que no existe partida presupuestaria aprobada para
indemnizar los demás casos. En ese período largo en que tardó en
aprobarse el fondo, casi 5.000 personas perdieron la vida por mesotelioma,
lo que supone que más de 60.000 personas murieron y el fondo no les
aportará cantidad alguna, aunque algunos lo habrán conseguido en los
tribunales.

El Real Decreto establece un baremo con cuantías fijas, basadas en “la
pensión media anual de incapacidad permanente absoluta por enfermedad
profesional a 31 de diciembre de 2024”. De esta forma, establece que para
los Mesoteliomas (todas las localizaciones) se indemnizará con 96.621,24
euros; por Cáncer de pulmón: 64.414,16 euros; por Cáncer de laringe:
48.310,62 euros; y Asbestosis (moderada o severa): 32.207,08 euros. Son
cantidades muy alejadas de las existentes en un fondo similar en el Estado
francés que entró en funcionamiento en 2002.

De momento, la CAPV es la comunidad autonómica con más solicitudes y
con más expedientes resueltos para optar al fondo con 95 solicitudes; de
ellos 48 se han resuelto de manera favorable, 16 no han pasado este trámite
y el resto se sigue en estudio.

En Nafarroa, por otro lado, se aprobó por parte del Gobierno foral a exigencia
de Parlamento un “Plan director retirada amianto” en marzo de 2019. Fue
una iniciativa pionera en la UE. En el se refleja la superficie existente de
material con amianto, que supone al menos 6.368.651 m2 de cubiertas de
fibrocemento (conocido como uralita) y 566 km de canalizaciones. Esta
estimación es orientativa, ya que también hay fibrocemento oculto que fue
imposible cuantificar.

Esta actuación se alinea con una resolución del Parlamento Europeo de
marzo de 2013, sobre los riesgos de la salud en el lugar de trabajo
relacionados con el amianto y perspectivas de eliminación de todo el
existente en la Unión Europea, así como con un dictamen del Comité
Económico y Social Europeo de 2014, que establece entre sus conclusiones
el objetivo de eliminar el amianto de la UE para finales de 2032.

El plan navarro tendría un coste estimado de al menos 245 millones en 12
años para llegar a esa fecha de la UE, aunque por desgracia no se ha
cumplido.

El Gobierno vasco por otro lado también ha hecho ese mapeo y se está y
trabajando en diferentes zonas sobre la necesidad de la retirada del amianto,
pero faltan datos concretos para saber si se ha completado el censo total y
los plazos para su retirada.

¿Consideras que existe una respuesta adecuada por parte de los
sindicatos?

No, en general. Algunos hacen, por supuesto, pero no hay una actuación
concreta y directa para que este tema llegue a las conciencias de cada uno.
Pero esto no es solo con el amianto, sino con otras enfermedades
profesionales que también provocan cáncer. Se oculta su incidencia.

El Ministerio español de Sanidad en un informe bastante reciente reconoce
que por cada muerte en accidente de trabajo se producen otras 15 muertes
por enfermedades profesionales, la mayoría cáncer. Pero ocurre que una
muerte en accidente se ve, pero la enfermedad que te arrastra a la muerte en
la gran mayoría de las veces, no. Porque dependiendo de la enfermedad ya
no trabajas, no acudes al curro. Es duro pero mueres en casa o en un
hospital, generalmente. Y, por tanto, queda oculta, muchas del amianto así
ocurren.

Los sindicatos saben, o deberían de saber lo que ocurre, pero no meten
mano, mientras desde la patronal y los gobiernos se saca a luz el absentismo
laboral, cuando son los médicos y médicas quienes conceden las bajas
porque no tienes la salud en condiciones adecuadas para ir al trabajo, pero
está claro que no les importa la salud de los y las trabajadoras.

Acabo con dos datos el sistema de seguimiento y estimación de los
expuestos laborales en Europa (CAREX, Carcinogen Exposure Database)
señala que 1 de cada 5 trabajadores del continente están expuestos a
carcinógenos laborales, pero la seguridad y la salud en las empresas brilla
por su ausencia. Y cierro, el 47% de los cánceres reconocidos en el Estado
español han sido causados por el amianto, y corresponden a neoplasias
malignas de bronquio y pulmón y mesoteliomas.

Muchas gracias por tu tiempo. Si quieres añadir algo, adelante…

Creo que el amianto ha causado un drama muy importante en la sociedad.
Es una vergüenza que se antepusiera el negocio económico sobre la salud y
las vidas de los trabajadores y las personas que vivían cerca de empresas
con amianto. Las administraciones públicas callaron ante lo que pasaba,
primero con el régimen fascista, pero después en lo que llaman democracia.
Miles de muertos por no poner las medidas de seguridad y salud adecuadas.
No hay derecho. Con algunos afectados a quienes entrevisté hace ya años
me decían que esperaban jubilarse para poder vivir, porque habían entrado a
trabajar ‘con pantalones cortos’, pero al de poco de jubilarse o prejubilarse
encontraron la muerte por el asesino silencioso del amianto.

Deja un comentario

Tendencias