Juan Manuel Olarieta / Sare Antifaxista
La fiscalía ha presentado una nueva acusación en respuesta a la manifestación del 4 de julio frente al centro de detención de la policía de emigración en Alvarado, Texas, durante la cual un policía recibió un disparo.
Alguien disparó, pero la fiscalía persigue a 18 personas al más puro estilo “Fuenteovejuna, todos a una”.
La acusación incluye cargos contra un artista de Dallas que ni siquiera estuvo en la protesta, Daniel “Des” Sánchez, al que acusan de trasladar -después del incidente- una caja que contenía publicaciones antifascistas, supuestamente para ocultar pruebas contra su esposa, Maricela Rueda, que sí participó en la manifestación.
La caja no contenía armas, explosivos, bombas o cualquier artefacto que los policías afirmen que el movimiento antifascista usa para librar su “guerra” contra Estados Unidos. Eran revistas y panfletos. Uno se titula “Anarquía insurreccional”, pero su contenido no puede ser más inofensivo.
El caso demuestra el esfuerzo del gobierno actual para criminalizar a los movimientos progresistas, que culminó en septiembre cuando Trump designó al movimiento antifascista como “organización terrorista”.
Sánchez es el primer acusado de lo que el franquismo calificaba como “propaganda ilegal”. En 2023 la fiscalía de Georgia incluyó la distribución de revistas dentro de una acusación de “conspiración” dirigida contra 61 manifestantes de Stop Cop City, amparada en la Ley Rico, la misma que desde 1970 utilizan contra la mafia.
Corren muy malos tiempos para todos los derechos y libertades, pero sobre todo para la libertad de expresión.
Un estudiante de doctorado, Rümeysa Öztürk, espera su deportación por escribir un artículo de opinión criticando la masacre de Israel en Gaza, lo que el gobierno considera como una prueba de que apoya el terrorismo.
El mes pasado dos periodistas, Yaakub Ira Vijandre y Sami Hamdi, fueron detenidos por la policía de inmigración por el mismo motivo: a la fiscalía no le gustan sus escritos.
En Estados Unidos la policía se dedica a rebuscar entre los mensajes de las redes sociales y cualquier cosa le parece “terrorismo”, o “propaganda insurreccional”, lo que da lugar a conclusiones propias de una cátedra de ciencia política, como la de que el “anarquismo insurreccional” es la “forma más grave de amenaza terrorista doméstica (no yihadista)”.
La conocida imbecilidad de policías y fiscales es lo que movió al bueno de Sánchez a sacar las revistas y panfletos de su casa, para llevarlos a otro lugar. Sabían que los inquisidores se frotarían las manos si hallaban esos papeles en su casa. Las publicaciones antifascistas siempre han sido peligrosas, sobre todo para quienes son habituales de las manifestaciones y protestas delante de las cárceles.





Deja un comentario